06 Mayo 2016

Luksic y Hotel Carrera

Columna de opinión de Patricio Herman de Defendamos la Ciudad publicada en Estrategia el 06.05.2016

Hace unos cuantos años la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas (MOP) llamó a una licitación pública, con muy buenas bases, para que los arquitectos interesados postularan sus proyectos para construir un edificio que iba ser ocupado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, teniéndose en cuenta que este servicio público funcionaba en algunas oficinas del ex Congreso Nacional y en otras tantas dispersas en la ciudad capital. La idea del gobierno era que el nuevo edificio contemplara en su diseño todas las exigentes necesidades de la Cancillería .

Después de una sana competencia, el conocido arquitecto Teodoro Fernández, posteriormente Premio Nacional de Urbanismo, ganó el concurso público para levantar un magnífico inmueble en la esquina sur poniente de las calles Moneda y Teatinos, enfrente del Palacio de La Moneda. Se eligió esa localización del centro cívico porque el sitio era eriazo y le pertenecía al fisco y, gravitante desde el punto de vista patrimonial, ese futuro edificio de la Cancillería iba a respetar la escala y estilo del sector protegido como Zona Típica por la Ley Nº 17.288 del Consejo de Monumentos Nacionales. 

Fernández estaba feliz por haber ganado el concurso y mientras se disponía a preparar los planos de su proyecto recibió un llamado telefónico del MOP indicándole que el resultado de la licitación se había cancelado por ciertas razones de fuerza mayor. 

¿Qué había sucedido?    

El elegante Hotel Carrera no era un buen negocio para su dueño, pues eran menguadas las cifras que entregaba su explotación comercial y por ello, en conocimiento de la necesidad que tenía ese ministerio, a instancias de Luksic, sus colaboradores principales se relacionaron oportunamente con las autoridades que tenían a su cargo el manejo de la licitación y de la construcción del nuevo edificio de la Cancillería. El avispado Luksic, consciente de sus buenas relaciones con los gobiernos, le propuso al MOP, que lo óptimo desde el punto de vista del interés público, era remodelar interiormente dicho hotel y que él estaba dispuesto a venderlo en un precio muy atractivo para el Estado.

Los operadores políticos de La Moneda aceptaron la idea de ese poderoso y “desprendido” empresario, y se convino un precio de US$ 20 millones, guarismo que se reflejó en la respectiva escritura de compraventa: así fue como a fines del año 2004, después de 65 años brindando servicios turísticos a extranjeros y nacionales, se clausuró el grandioso Hotel Carrera, situado en la esquina sur poniente de las calles Agustinas y Teatinos, edificio “Art Deco” también protegido por la Ley Nº 17.288.  

Tiempo después, tan pronto se ejecutaron los laboriosos esfuerzos para transformar un hotel en oficinas públicas, todos los funcionarios con sus numerosos bártulos se mudaron y se acomodaron allí como fuera posible. La inauguración fue en diciembre de 2005 y desde esa fecha el ex hotel, hoy Cancillería, por ausencia de los estacionamientos requeridos por la ley, funciona sin la recepción definitiva que debe cursar el municipio de Santiago y el costo total de esta “movida”  pública-privada fue superior a la inversión prevista por el proyecto licitado que no se concretó. 

Fuente: http://www.estrategia.cl/6435/Columna

 

 

 

 

 



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