Página oficial de Facebook
Pero siempre hay diferentes razones para que se mantenga la ocupación irregular, perjudicándose así a una persona natural de la tercera edad.
El derecho de propiedad está garantizado en nuestra Constitución Política, pero como no siempre se respeta ese derecho es necesario describir muy someramente una situación bastante grotesca que afecta a una persona, de profesión profesora, quien no puede ejercer el dominio que tiene sobre un predio de unos 1.000 m2 localizado en la Villa Teniente II de la ciudad de Rancagua, por el cual incluso paga subidas contribuciones de bienes raíces desde la fecha en que lo adquirió.
El predio se lo compró con un crédito hipotecario al ex Banco Osorno y La Unión en 1989, cuya hipoteca fue alzada en el año 2009 por el Banco Santander, continuador del anterior. La dueña del terreno tenía la idea de construir ahí un colegio, lo cual se podía en atención a que el uso de suelo lo permitía, pero inexplicablemente no se pudo materializar su proyecto porque entre la Municipalidad de Rancagua y la Junta de Vecinos del sector se apropiaron en los hechos del mismo para transformarlo en una plaza.
La propietaria ha hecho múltiples esfuerzos para recuperar su terreno y como el mismo ya está transformado en un área verde con bastante vegetación, el que entrega esparcimiento y recreación a los vecinos, ha decidido no seguir reclamando por la devolución, sino que desde hace unos 7 años le está proponiendo al alcalde y a todas las autoridades municipales que le paguen el justo precio de mercado que tiene el terreno. Pero siempre hay diferentes razones para que se mantenga la ocupación irregular, perjudicándose así a una persona natural de la tercera edad que ya no tiene fuerzas para continuar en sus tratativas de recuperar lo que es suyo.
Estamos ante una inicua usurpación, convalidada por las más altas autoridades locales de Rancagua, y como este hecho con esta columna ya es público, esperamos que el distinguido alcalde UDI, Eduardo Soto, de esa heroica ciudad, imparta a la brevedad las instrucciones de rigor para que no se siga perjudicando a esa persona.