Defendamos la ciudad

Me atrevo a decir que el Contralor es la autoridad que más sabe de las recurrentes malas prácticas, que siempre han ocurrido.

Estoy seguro que en su exposición del martes 30/09/14 en la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica, Ramiro Mendoza, no sabía que dentro de la audiencia estaba un periodista, quien recogió algunos de sus ásperos dichos los que fueron publicados el día siguiente en un vespertino. Muchas de sus críticas son efectivas y las compartimos porque la Administración del Estado funciona a medias, lo que ha quedado reflejado desde hace años en mis innumerables columnas publicadas en Estrategia y en otros medios.

Mendoza, es un competente y entretenido profesor de Derecho Administrativo en esa universidad privada y como en el ejercicio de su cargo conoce todo lo que sucede en las diferentes funciones públicas despotricó en contra de varias instituciones. Me atrevo a decir que es la autoridad que más sabe de las recurrentes malas prácticas que siempre han ocurrido, las que en ocasiones se dan a conocer en la prensa. 

Pero por la especial característica de su cargo no debió reprochar algunos proyectos de ley porque con sus críticas emitió juicios de valor incursionando en el mérito de esas políticas públicas. Menos debió aludir peyorativamente al hijo de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, gobierno que sabiamente se abstuvo de enviar a la Cancillería chilena una nota de protesta. Suponemos que el gobierno del país vecino consideró que Mendoza ostenta solo un cargo administrativo que no compromete al poder Ejecutivo. Algunos dirigentes políticos de la Nueva Mayoría, como el ex senador Escalona, eran partidarios de una acusación constitucional, criterio que afortunada y finalmente no prosperó porque hubiera significado darle mayor importancia a la polémica. Lo óptimo es dar vuelta la hoja recordando a Mendoza como un locuaz e inteligente personaje público que, conociendo sus potestades, se dio el gusto de decir lo que pensaba sin importarle en lo más mínimo sus consecuencias en el aparato del Estado.

Fuente: http://www.estrategia.cl/detalle_columnista.php?cod=9730