17 Mayo 2010

Argucias para reducir gastos en educación

Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en diario La Nación el 17 de mayo de 2010.

Columna de opinión de Patricio Herman de la Fundación Defendamos la Ciudad, publicada en diario La Nación el 17 de mayo de 2010. La Escuela Municipal E-78 Edmundo de Amicis, localizada en Erasmo Escala 2767, comuna de Santiago, fue fundada hace 60 años y desde siempre ha acogido a estudiantes con discapacidad intelectual, autistas y con síndrome de Down. Sus profesores se titularon en la universidad como educadores diferenciales y en la actualidad esa escuela tiene una matrícula de 170 alumnos, los que mayoritariamente (37%) viven en la misma comuna de Santiago, tomando en cuenta que existen otras tres escuelas similares en la comuna. Dicho sea de paso, en las comunas adyacentes a la anterior este tipo de establecimientos municipales no existe. En la comuna había hasta 2004 el doble de estas escuelas, es decir ocho, las que paulatinamente han sido cerradas y en algunos casos fusionadas con diferentes argumentos, trasladándose a sus vulnerables alumnos a escuelas comunes, lo que ha significado que esos estudiantes se han debido adaptar a proyectos educativos para los cuales no estaban preparados, y es más, debieron incorporarse en realidades sociales distintas. Ahora bien, con ocasión del terremoto del 27 de febrero, la Escuela E-78 sufrió algunos deterioros en sus paredes de adobe y ladrillos, daños de menor cuantía respecto de los ocasionados en otros colegios y/o construcciones del sector. Coherente con la política municipal de reducir gastos y aprovechando la situación puntual derivada del movimiento telúrico, se concibió en el municipio la genial idea de cerrar esta escuela y trasladar a sus alumnos a la Escuela Municipal F-86 Juan Sandoval Carrasco, situada en Lord Cochrane 1819, cuyos alumnos presentan características de deficiencia mental y síndrome de Down, como observamos, particularidades en cierta medida distintas de las que tienen los alumnos de la escuela que nos preocupa. Inmediatamente después del terremoto, el lunes 1 de marzo, visitaron la Escuela E-78 un par de arquitectos municipales, quienes realizaron una inspección técnica en el inmueble y en los días siguientes se colocó en el frontis de la escuela un llamativo pendón con la lectura “las clases se inician el 5 de abril en este mismo establecimiento”. Esta forma de comunicación con los apoderamos se utilizó en todos los establecimientos educaciones de la comuna de Santiago. Pero, ¡oh sorpresa!, el 30 de marzo entra en escena la directora de Educación Municipal, quien, muy suelta de cuerpo, informa a la comunidad de esa escuela que los alumnos serían trasladados a la otra escuela ya reseñada, porque la edificación tenía daños estructurales (sic). Esa funcionaria fue un tanto desprolija, porque en la oportunidad en que comunicaba a los apoderados su decisión de traslado, el aludido pendón permanecía instalado, lo que produjo desconcierto en algunos y burlas en otros. Como consecuencia del intríngulis generado por la funcionaria, los apoderados con justa razón obedecieron el mensaje oficial plasmado, con llamativa impresión, en el pendón municipal y llevaron a sus hijos a clases el lunes 5 de abril, cuando se conmemora el glorioso abrazo entre San Martín y O’Higgins en los llanos de Maipú. Los niños y jóvenes estudiantes asistieron normalmente a clases entre el lunes 5 y el miércoles 7 de abril, pero a las 11 horas de este día, abruptamente se interrumpieron las actividades docentes, porque se hizo presente en la escuela otra funcionaria, quien retirando el clarificador pendón impartió enérgicas instrucciones en orden a que la escuela no podía seguir funcionando, por los presuntos daños estructurales que tendría. Para formalizar el necesario cierre de la escuela, se tramitó con extrema urgencia un decreto alcaldicio, firmado el 9 de abril por la alcaldesa interina, donde se declaró el inmediato desalojo de los alumnos, profesores y administrativos de la escuela, con lo cual todo el procedimiento fue muy “legal”. Pero el Centro de Padres y Apoderados de la escuela, consciente de sus derechos y decepcionado por el desaprensivo comportamiento municipal, inició acciones para recuperar el establecimiento. Los dirigentes tenían en su poder dos informes técnicos de expertos en estructuras que contradecían abiertamente los planteamientos de la municipalidad. Conocedor del impasse que se vivía, tomamos contacto con el director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Arcis, vecina de la escuela clausurada, solicitándole su asistencia profesional para que evaluara los hipotéticos daños que hizo valer el municipio para determinar su cierre. Esa universidad no pudo hacer nada, y para cumplir con las formalidades de rigor, el concejo municipal de Santiago, en una atildada sesión del 14 de abril, acordó fusionar las escuelas E-78 Edmundo de Amicis y F-86 Juan Sandoval Carrasco, con lo cual se produjo lo que se buscaba, es decir, reducir costos de mantención, criterio economicista que rechazamos de plano. Pero a los ideólogos del mercantilismo les salió el tiro por la culata, debido a que se mantienen en su integridad las plantas docentes y administrativas de ambas escuelas y sólo un mínimo de alumnos de la “terremoteada” Escuela E-78 se han matriculado en la F-86, lo que se traduce en un descenso significativo de los ingresos por concepto de subvención que otorga el Ministerio de Educación; ergo, se mantiene el costo fijo, bajan los ingresos por asistencia media mensual de alumnos y, por lo tanto, crece el déficit estructural que curiosamente se buscó reducir con el desalojo. En razón de que los alumnos de la Escuela E-78 tienen que volver pronto a su casa de estudios especiales, quisiéramos que Joaquín Lavín, flamante ministro de Educación y ex alcalde de Santiago, conocedor de la realidad educacional de esa comuna y experto en números, hable con Pablo Zalaquett para resolver el conflicto, tal como se lo manifesté a sus asesores en una pasada reunión sostenida en ese ministerio.



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