16 Febrero 2009

Los canteros de Colina quieren darse a conocer tras años entre las piedras

Para lograrlo, buscan que su pueblo sea zona típica y desarrollar proyectos urbanos que ayuden a potenciar el turismo. El Mercurio 16 de febrero de 2009.

La repavimentación de la avenida Pedro de Valdivia tuvo a muchos enemigos que defendieron el valor patrimonial de los adoquines. Pero, ¿cuántos de ellos saben que son los canteros de Colina quienes a principios del siglo XIX la construyeron? Expertos en el tallado de la piedra, sienten que la gente no conoce el aporte que ellos han hecho en edificios, monumentos, plazas y calles del país, lo cual quieren cambiar. "Cuando nosotros nos presentamos en exposiciones, la gente no tiene idea que estamos a sólo 20 minutos del centro de Santiago", afirma Luis Covarrubias, presidente de la Asociación Gremial de Canteros. Su idea es dar a conocer lo que hacen, lo que los "ayudaría a no desaparecer, favorecería a la población y mostraría nuestro oficio", dice. Con ese propósito, los canteros esperan que su pueblo, Las Canteras de Colina, sea nombrado zona típica, lo cual les permitirá proteger el lugar y potenciarlo al turismo. Para ello están recolectando 2.500 firmas y los antecedentes históricos necesarios, para poder presentarlos al Consejo de Monumentos Nacionales. Asimismo, planean realizar la primera capacitación para mujeres, en la cual enseñarán a tallar la piedra para hacer joyas y pequeñas artesanías. Además, desde el año 2007 forman parte del programa "Quiero Mi Barrio", del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el cual les entrega $328 millones para iniciativas que busquen la recuperación urbana del lugar. El primer proyecto desarrollado fue una plaza patrimonial, la que cuenta con una mesa de pimpón, de ajedrez y un luche, hechos completamente de piedra. En el futuro, esperan poder ampliar la sede social y construir veredas, para que así sea más fácil recorrer el pueblo. En el cerro o el taller Encargados de la reconstrucción de La Moneda y la Plaza de Armas, los canteros de Colina están a sólo 16 kilómetros de la capital hacia Los Andes. Su pueblo ya cuenta con 124 años de historia, y de los 1.800 habitantes que viven ahí, el "99% son artesanos", según afirma Rolando Abarca, cantero desde los quince años. Para Covarrubias, esta "tradición la llevamos en la sangre. Hacemos una pega que nadie más hace". Con 45 años, ya lleva 30 en las canteras. Su padre y su abuelo fueron los que les enseñaron a él y a sus hermanos las técnicas para ser adoquinero. "Yo creo que es un gen. Los niños nacidos aquí vienen con el golpe hecho, listos para trabajar. Eso no lo encuentras en quienes no son de aquí", comenta Abarca. Su familia también se dedica a esta labor. "De los doce hermanos que somos, los ocho hombres cortamos la piedra, las mujeres están casadas con canteros y los 30 sobrinos son artesanos". Capaces de romper rocas de 1.500 kilos con sólo un martillo y una cuña, son hombres los que principalmente realizan este oficio, el que se lleva a cabo tanto en el taller como en la cantera, lugar desde donde sacan el material. Pedregosa se llama el cerro donde trabajan, un lugar árido, en donde lo único que no es piedra son los pequeños toldos que usan para protegerse del calor. Allí todos son dueños, por lo tanto, no necesitan permiso para ponerse a picar. Todo el proceso lo realizan de forma artesanal, desde la partida hasta el tallado. Incluso fabrican sus herramientas, ya que las que venden se rompen al poco tiempo. Desde muy pequeños, los niños acompañan a sus padres al taller; sin embargo, la mayoría parte como aprendiz a los quince años, edad en que tienen la fuerza necesaria para desgastar la roca. Según Rolando Abarca, es común que los jóvenes abandonen sus estudios para ser artesanos, lo cual no les causa mucha preocupación, ya que "lo que importa es que el cabro aprenda a moldear la piedra". La libertad que tienen al trabajar es lo que a muchos los lleva a ser canteros. Sin jefes, ellos manejan sus horarios. Quienes están en el cerro cortan la roca temprano, almuerzan tipo once, juegan cartas, reducen las piedras y toman té cerca de las tres. En los talleres comen alrededor de la una y duermen la siesta. "Nos mandamos solos. Quién va a querer estar esclavizado, cuando tienen la libertad de estar machucando tranquilitos las horas que quieran", observa Covarrubias. Todos se conocen tanto, que incluso Covarrubias agrega: "Antes que hubiera luz en este sector, nosotros sólo con ver la forma de la persona caminando sabíamos quién era". Históricos Los primeros canteros llegaron a Chile en 1556 con el objetivo de reforzar el Fuerte Tucapel. Entre sus primeras obras también se destacan la construcción del puente Cal y Canto y la canalización del río Mapocho. >> Dónde encontrar su legado PEDRO DE VALDIVIA El abuelo de Rolando Abarca, Ignacio Abarca, fue uno de los carretoneros encargados de traer desde Colina los adoquines para la construcción de la calle Pedro de Valdivia en 1908. BARRIO YUNGAY Tras conocer el origen de los adoquines de sus calles, los vecinos del barrio Yungay hicieron amistad con los canteros y planean incluso hacer una "fiesta de la hermandad" en marzo. PATIO DE LOS NARANJOS La losa que hoy adorna el piso del Patio de los Naranjos fue extraída del cerro Pan de Azúcar, primer lugar de extracción de piedra en el sector de Colina.



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