21 Septiembre 2006

Joseph Stiglitz ataca a fundamentalistas del mercado en su nuevo libro

Profundizando en el camino emprendido en su anterior obra "Globalización y sus Descontentos", el Premio Nobel de Economía critica a quienes siguen creyendo ciegamente en "la mano invisible del mercado". nota de prensa de El Mostrador, 20 de septiembre de 2006.

El premio Nobel de Economía y ex economista jefe del Banco Mundial Joseph Stiglitz ataca a los fundamentalistas del mercado en su nuevo libro "Making Globalization Work" ("Haciendo que funcione la globalización"). Profundizando en el camino emprendido en su anterior obra "Globalización y sus Descontentos", Stiglitz critica en esta nueva obra, publicada por Penguin/Allen Lane, a quienes siguen creyendo ciegamente en una metáfora aparentemente inocua, pero de graves consecuencias como es "la mano invisible del mercado". Tras los escándalos de los años noventa en Estados Unidos y otros países, a los que dedicó en su día otro libro, el capitalismo y las finanzas al estilo norteamericano se ha caído finalmente del pedestal en el que el que, en opinión de Stiglitz, "han pasado demasiado tiempo". Este censura a quienes siguen hoy argumentando que si la política de liberalización no dio en muchos países en desarrollo los resultados prometidos fue por culpa de la corrupción o por la propia timidez de las reformas acometidas. El llamado "consenso de Washington", la panacea de los fundamentalistas del mercado, trajo como consecuencia en muchos países "más inestabilidad en vez de mayor crecimiento", señala el ex asesor económico del presidente Bill Clinton. La globalización dio rienda suelta a las fuerzas del mercado, que no pudieron controlar a su vez los gobiernos, limitados cada vez más en su poder soberano de tomar decisiones a favor de sus pueblos por los acuerdos internacionales firmados. Stiglitz explica que mientras el Estado nación se ha visto debilitado por las propias fuerzas de la economía global y las demandas autonómicas, faltan instituciones democráticas globales capaces de resolver los problemas creados por la globalización. Sin los oportunos correctivos, ésta conducirá a desigualdades crecientes y a un aumento de desempleo también en los países industrializados avanzados, dice Stiglitz, que rechaza la tesis del conocido periodista estadounidense Thomas Friedman de que el mundo es cada vez más "llano" gracias a la globalización. El libro, escrito con gran claridad didáctica, estudia, entre otras cosas, el comercio mundial y critica las consecuencias de ciertos acuerdos como el del Area de Libre Comercio de América del Norte. De este dice que no sólo no generó un crecimiento económico al sur del Río Grande, como se prometió en su día, sino que "en cierta manera ha contribuido a la pobreza de México". "Un acuerdo más justo habría eliminado los subsidios agrícolas estadounidenses y sus restricciones a las importaciones de productos agrícolas como el azúcar en Estados Unidos", escribe Stiglitz, que recuerda que el acuerdo priva además a México del derecho de imponer aranceles a su vecino del norte para contrarrestar esos subsidios. Al abordar otro tema de gran preocupación para el mundo en desarrollo, la deuda, Stiglitz se fija en la crisis argentina y critica al Fondo Monetario Internacional por haberse centrado sólo en el control del déficit mientras duró el boom económico sin prever las consecuencias que podría tener una súbita crisis financiera como la que estalló en el Este de Asia y se extendió a otras regiones. Stiglitz reprocha al FMI que animase a Argentina a privatizar la seguridad social, lo que resultó en una reducción de los ingresos del Estado, o su insistencia no sólo en la privatización del agua o la electricidad sino también en que se ajustasen las tarifas de esos servicios básicos a las que regían en EE.UU. Argentina logró luego recuperarse "a pesar de o, lo que es más exacto, gracias a no tener un programa del FMI" aunque el hecho de no haber reestructurado su deuda rápidamente "dificultó la recuperación más de lo necesario", explica Stiglitz. En cualquier caso, agrega, "la exitosa recuperación" de ese país sin ayuda del FMI plantea interrogantes como el de si Brasil habría salido mejor parado de haberse declarado en quiebra en lugar de seguir la política de austeridad presupuestaria que generó tan poco crecimiento en el primer mandado del presidente Lula.



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