20 Noviembre 2008

Hechos históricos sobre la contaminación en Santiago

"Defendamos la Ciudad" reproduce información descrita en el interesante libro "Catástrofes en Chile 1541-1992" de Rosa Urrutia de Hazbun y Carlos Lanza Lazcano :

“El día 12 de enero de 1813, el cabildo de capitalino trató el problema de la quemazón de los campos inmediatos a Santiago. Estimó que llenaban la atmósfera de un humo espeso y caliente que causaba "variaciones en el temperamento". Debido a estas consideraciones, se acordó que uno de los regidores, el cabo de los alguaciles y cuatro ministros hicieran las investigaciones del caso e informaran. Luego se dio cuenta a la Junta de Gobierno, para que administrara las medidas pertinentes que evitaran este abuso” En otro párrafo se recuerda que ya en 1849 existía, a nivel universitario, preocupación por la contaminación atmosférica de Santiago. "El doctor Javier Tocornal, exponía el 5 de abril de ese año, en la sesión de la Facultad de Medicina y de Ciencias Físicas y Matemáticas, presidida por el rector Andrés Bello, que la Universidad de Chile, llamada a ocuparse de trabajos especiales, del progreso intelectual y material del país, debía preocuparse de la calidad de la atmósfera de Santiago. Señalaba que la ciudad ubicada en terrenos bajos, lejos del mar, con vientos irregulares que no eran suficientes para renovar la atmósfera, se impregnaba fácilmente de las miasmas que se producían en los lugares pantanosos que había cerca de la población, con la descomposición continua de materias animales y vegetales que fermentaban en las acequias interiores de las casas por la acumulación de basura y otras inmundicias y por la falta general de aseo, haciendo perder al aire que se respiraba todas las propiedades saludables. A esto había que agregar -indicaba- la falta de vegetación abundante, capaz de suministrar los elementos necesarios para su renovación y la calidad del agua para beber que contenía excesos de sales y falta de oxigeno”. También es bueno recordar que en 1945, "los pilotos de aviones dieron la voz de alarma: Santiago empezaba a tener casi permanentemente, una capa nebulosa de partículas en suspensión. En el Seminario del Gran Santiago organizado por la Universidad de Chile, en septiembre de 1957, para tratar los problemas de la urbe, también se abordó el tema por los representantes del Servicio Nacional de Salud; en esa oportunidad se dijo que la contaminación del ambiente era uno de los problemas que requerían urgente solución ; que el aire de la capital estaba contaminado por la combustión incompleta de las cinco mil industrias que había, por el humo de la chimeneas y por el desprendimiento de gases de alrededor de cien mil vehículos que circulaban por las calles de Santiago".



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